Luego
de un tiempo de vacaciones y encuentro con uno de mis hijos y su familia, regreso al país y me encuentro –lamentablemente- que las cosas de
nuestra cotidiana realidad, poco han cambiado.
Nada
extraño encuentro en ello teniendo en cuenta las vivencias que he tenido
durante mi dilatada vida en estas tierras, amadas por cierto, pero a la vez
tristemente olvidadas por sus habitantes y el resto del mundo.
En
todos aquellos extraños lugares a los que he podido llegar, todos me preguntan
casi lo mismo: ¿“Qué están haciendo los argentinos?, no llegamos a
entenderlos. Disponen de todas las riquezas que la naturaleza les brinda, los
recursos con que ella los bendice y tienen un gran espacio físico donde moverse
y convivir, pero sus niveles de pobreza y subdesarrollo son alarmantes”.
En la historia de estos últimos cien años tal vez encontremos la
explicación, no sin antes despojarnos de todo aquello que no obedezca a un
juicio crítico, objetivo, racional y desvinculado de pasiones partidistas,
sectoriales y/o similares. En esta investigación y análisis crítico, debe
existir una gran dosis de sentido común y libertad de conciencia. Es decir,
casi como “pensar en voz alta” y sin provocar el autoengaño al cual
habitualmente caemos con absurda propensión.
Hoy me topé con una publicación en las benditas “redes sociales” y la
compartí en mi muro personal, tal vez movido por esa pasión de docente que
nunca me abandona y que ya forma parte de mi persona. Allí se expresaba lo
siguiente:
“La dignidad es el
respeto que debes tener hacia ti mismo, es el valor que te atribuyes como
persona. Este auto-respeto te protege de ser utilizado, abusado o manipulado.
Poseer dignidad te muestra que nadie tiene el derecho de humillarte, lastimarte
o aprovecharse de ti. La dignidad es fundamental para establecer límites en tus
relaciones. Por lo tanto, es crucial que te ames a ti mismo, te priorices y
restaures tu autoestima. Aunque nadie nos enseño esto, nunca es demasiado tarde
para aprender. En última instancia, la dignidad es el amor que sientes por ti
mismo.”
Luego de haber publicado este interesante y aleccionador concepto,
comencé con mis tareas habituales y, al regresar a mi casa, me instalé a
cumplir con un estresante hábito de estos días: “ver los noticieros y ponerme
al día con la información de los últimos acontecimientos de
este convulsionado mundo que habitamos.
Hace bastante tiempo que sigo una serie de iniciativas que nuestros
legisladores intentan llevar adelante, plasmándolas en los correspondientes
proyectos de leyes que impiden que esas acciones sean tan sólo “letra muerta” y
meras expresiones de deseo (o bien usuales declamaciones de los dirigentes
políticos que sólo pretenden ganar voluntades). Estas cuestiones son producto
de necesidades, reclamos o problemas que afectan seriamente a nuestra sociedad
y, según sea la fuerza o trascendencia de esa problemática, se transforma de
inmediato en un mandato social que debe urgentemente dársele respuesta adecuada.
Algunos pocos dirigentes políticos toman ese mandato y tratan de actuar
en consecuencia, pero no siempre estas iniciativas “llegan a feliz término”
porque siempre deben vencer los intereses sectoriales o de partes que, créase o
no, superan ampliamente al interés
general de la población. Además, siempre prevalece un “relato partidista y
mentiroso” que disfrazado de verdad, nos sume en la confusión y genera en cada
uno de nosotros frustración y desasosiego puesto que, “desde lejos”, advertimos
los verdaderos intereses que movilizan tales declaraciones. Lo más preocupante,
es que desde hace mucho tiempo, venimos “naturalizando” estas situaciones.
Acabo de indicar dos contextos con los cuales tropecé hoy. Uno de ellos
es el concepto que arriba he reproducido y el otro se refiere a las noticias
(tristes de por sí) relacionadas con la vergonzosa actuación de nuestros
legisladores nacionales realizando todo tipo de “maniobras” para evitar el
tratamiento de los acuciantes temas que se relacionan con la impunidad de
nuestros gobernantes (últimamente muy afectos al cohecho y a las más variada
gama de corrupción y delito que puedan imaginarse), también con la necesidad de castigar
con mayor severidad los actos delictivos o bien vinculados con aquellos otros
flagelos que rompen con la tranquilidad y paz de nuestras familias y en general
de todas los ciudadanos.
En una escandalosa sesión de diputados, se frustró nuevamente el
tratamiento de distintos proyecto, entre ellos el de “ficha limpia”, el de “reiterancia”, el de “juzgamientos en
ausencia” y otros de significativa importancia. Toda esta maniobra viene
sucediéndose durante los últimos tiempos con relevante frecuencia y, en todas
esas oportunidades, siempre está presente aquel interés sectorial o de parte al
que antes hice referencia. He escuchado distintas declaraciones de “nuestros
representantes”, tratando de fundamentar su posición o justificar sus tristes
actuaciones y, cuando Uds. las puedan apreciar, seguramente van a sentir la
misma indignación e impotencia que he sufrido. Solamente están encubriendo
espurias negociaciones, que no guardan relación alguna con el relato que
pretenden imponernos como verdadero. Estas groseras, pueriles y hasta
vergonzosas explicaciones, solamente encubren las indubitables intenciones de
la “casta” y de la “no casta”,
monstruo
de “dos cabezas” con una única intención: engañarnos y convencernos de que lo
único que persiguen es el bienestar de los argentinos…
Aquí es cuando toma relevancia aquel concepto que tomé de las redes
sociales, la dignidad y
entonces viene la pregunta ¿estos legisladores, actuaron con dignidad? o bien, ¿de qué manera estas
tristes actuaciones de nuestros “supuestos” representantes, afectan nuestra dignidad?
Dejo librado a vuestro libre pensamiento las correspondientes
respuestas. En lo personal ya dispongo de la mía. Además, considero que la
mayor preocupación debe centrarse en las causas y consecuencias de esta
realidad.
Inicié este escrito presentando lo inexplicable de este escenario,
frente a los ojos de aquellos que no conviven con nosotros, pero detrás de esta
simple anécdota se esconde una realidad subyacente que no hemos sabido
transformar (ni aun podemos realizarlo), en beneficio de nuestra propia
sociedad y de nuestras generaciones futuras.
No busquemos culpables y encontremos a los verdaderos responsables. En lo personal, estoy “persuadido” de que
cada uno de nosotros debe hacerse cargo de los que hemos hecho, de lo que no
hemos realizado y de lo imprudente (o negligente) de nuestras decisiones.
Siempre tengo presente un viejo principio que nos dice que “se es responsable por acción u omisión”, de modo que no
tenemos escapatoria “, los únicos que deben responder por lo que nos pasa y por
las consecuencias futuras de nuestros actos, somos todos los argentinos
quienes, por acción u omisión, construimos este contexto preocupante y no
podremos transformarlo hasta tanto asumamos nuestra propia responsabilidad.
Hacer o dejar hacer algo, dispone de la misma dimensión de compromiso
con lo que son sus consecuencias. Tal vez una analogía ayude nuestro análisis:
“robar o permitir de que se robe, nos pone en el mismo nivel de responsabilidad
frente al delito realizado”…
Lo que acabo de exponer, no es otra cosa que una posición
estrictamente personal, pero con ello pretendo dejar abierto un camino a la
reflexión y al diálogo. Son humildes y sencillos aportes para movilizar vuestro
pensamiento crítico y esto lo realizo motivado por las humillantes, vergonzosas
y preocupantes actitudes de nuestros gobernantes, de todos los “colores
políticos”, quienes más allá de sus aciertos o desaciertos en sus tareas
administrativas y legislativas, no
pueden lesionar nuestra dignidad como personas ni como ciudadanos comprometidos
con nuestro país.
“Todos creemos
que debemos proseguir, de una u otra manera, nuestra labor creadora porque en esa resistencia al
avasallamiento padecido vemos no solo una forma de derrotar el desaliento, sino
también de preservar el espíritu crítico y el don de la convivencia.” (La aventura de pensar – Santiago Kovadloff –
2022).-
28/11/2024.
J.L.R.