La existencia de reclamos vecinales respecto de la vieja
problemática de la contaminación del Lago San Roque, ha llevado a un
grupo de vecinos a realizar movilizaciones y reclamos para una urgente solución
a esta situación, que hoy se presenta en forma bastante preocupante en
razón del olor nauseabundo que emana de las aguas y la enorme proliferación de
algas.
No realizo crítica ni oposición alguna a estos reclamos, que son
justos y necesarios a los fines de movilizar a nuestras autoridades (tanto
municipales como provinciales y/o nacionales). Más bien hago una necesaria
reflexión respecto de los móviles
que se utilizan, las críticas que se
realizan (que en algunos casos rayan la intolerancia), las responsabilidades que se reclaman, la dirección de esos reclamos y la certeza de culpas que erróneamente se enarbolan.
En mi fundada opinión, considero que la ignorancia de nuestra
realidad y de los procesos que han desembocado en esta problemática (que
considero demasiado grave), nos conduce a juicios
muy apresurados y a caminos que más tarde va a costarnos desandar para
conducirnos por la senda correcta.
Estas conductas, que muchas veces parten de actitudes honestas
pero -a no dudar- también se ven influenciadas por intereses políticos, económicos
y/o sociales diversos que no permiten que veamos con claridad las causas de
estos problemas, también impiden que podamos realizar un adecuado diagnóstico
que nos guíe hacia una solución correcta y sustentable. Hace cierto tiempo
publiqué una de mis frecuentes notas públicas, en la que planteaba lo
siguiente: “Al enfrentar nuestra
cambiante realidad cuyos procesos son cada vez más difíciles y complicados,
podremos interpretarla adecuadamente y responder con mayor solvencia a sus
demandas, en tanto y cuanto dispongamos del conocimiento necesario y lo
utilicemos correctamente. Si en cambio, fuéramos ignorantes respecto de esos conocimientos, no podríamos interpretar
la realidad (o por lo menos no lo haríamos correctamente) y, frente a cada
problema, no aparecería la solución adecuada que se requiere y éste se tornaría
cada vez más complejo e inentendible.” (Conocimiento e ignorancia…-J.L.Rigazio
– 06/09/2016)
Por otra parte, no podemos negar nuestra responsabilidad
(por acción u omisión) en las situaciones y conflictos que deterioran nuestra
calidad de vida. Muchos vecinos vienen desde hace mucho tiempo entablando una
lucha contra distintos inconvenientes que deterioran nuestro ambiente y atentan
contra la normal convivencia con el medio en el cual nos desarrollamos y el uso
de los recursos naturales escasos que disponemos. Generalmente esas acciones
quedaron circunscriptas a un reducido
entorno y en la mayor de las soledades, por falta de apoyo de los propios vecinos
quienes deberían haber participado activamente y no, “poniendo el grito en el
cielo”, cuando las consecuencias se hicieron presentes y nos golpearon nuestra
puerta. Hoy reclamamos por el estado de las aguas de nuestro rio, de nuestro
lago y además, nos manifestamos contrariados por las consecuencias de lo que lo
que nosotros hicimos mal o
dejamos de hacer en el pasado reciente (…o lejano). Cuando se reclamó por las
causas que nos llevaron a este lamentable presente, la ausencia de muchos de
estos vecinos fue considerable y más evidente aun fue su falta de participación
y apoyo.
Las causas del deterioro ambiental y de los perjuicios
a los recursos naturales tenemos que buscarlas en nuestras conductas
negligentes en cuanto al manejo de los desperdicios que producimos; en el abuso
y descontrol de las edificaciones en las sierras, en la ciudad y más aun sobre
la ribera de los ríos y lagos circundantes. También en la falta de participación
ciudadana ante los reclamos por la suspensión de estas edificaciones y de la
aprobación de loteos en las zonas de riesgo antes citadas (por ej. en San
Antonio y otros); la ausencia de apoyo
cuando se denunció la inactividad de la Coopi en el desarrollo adecuado del plan
de obras de cloacas o bien, nuestras actitudes indiferentes frente a la
desaparición del Comité de Cuenca del Lago San Roque que exigía un urgente tratamiento
de las “aguas negras” en todo el Valle de Punilla y que contribuían enormemente
a este desastre ecológico que hoy
presenta nuestro lago y sus ríos tributarios (entre otras innumerables
cuestiones que fueron planteadas o denunciadas).
Desde hace muchísimo tiempo vengo realizando
denuncias, intervenciones, publicaciones y todo otro tipo de involucramientos para
que esta problemática social pueda llegar a tener en nuestros pensamientos,
agendas y prioridades un lugar verdaderamente preponderante en razón de su
gravedad y urgencia (ver mis blogs personales: participacionvcarlospaz. blogspot.com y corredoresinmobiliarioscba. blogspot.com). Este compromiso
es el que intento instalar en nuestra sociedad, en nuestros jóvenes, en
nuestros vecinos, en nuestras autoridades. Pero es necesario que iniciemos una
profunda autocrítica de nuestras responsabilidades; impulsemos la creación de
espacios para sanas y sinceras discusiones sobre las verdaderas causas de esta y
otras cuestiones que nos aquejan, dejando de poner énfasis en reclamos por las consecuencias que sufrimos por nuestras
acciones (u omisiones) y buscando toda la información necesaria y relevante
para que la “verdad social” sea la única que prevalezca.-
Un viejo dicho nos dice: “…a río
revuelto, ganancia de pescador…” y me parece que detrás de estos
reclamos existen demasiados pescadores. Los actores
sociales responsables
de los yerros y aciertos que nos afectan en nuestra vida cotidiana somos
todos nosotros y las instituciones que de nosotros dependen
(Estado, escuela, centros vecinales, instituciones intermedias, iglesias, etc.).
27 de
marzo de 2017-
José
Luis Rigazio
“La verdad no se proclama ni se
decreta; más bien se descubre, se busca.”
(Walter Riso)
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