sábado, 20 de junio de 2015

Mi renuncia a la UCR - 2006

Cdad. de Villa Carlos Paz, 30 de mayo de 2006.-
Al Presidente
de la Unión Cívica Radical
Circuito Villa Carlos Paz
Presente.-
De mi mayor consideración:
Por la presente pongo en conocimiento de ese Comité de Circuito, la decisión de renunciar a mi condición de afiliado de la Unión Cívica Radical.
Dejar de pertenecer a ese histórico Partido Político, al cual he servido desde mi juventud y a lo largo de épocas muy difíciles, supone haber realizado una seria reflexión sobre las causales de tal decisión.
Surgen así, una serie de motivaciones que me conducen a esta determinación y que no son fáciles de resumir en un simple papel en razón de su número, importancia y relevancia. De todos modos, tratando de sintetizar objetivamente estas causales, expreso a continuación aquellas circunstancias de significativa relevancia sobre las cuales he fundado mi  resolución de separarme de esa fuerza política, más no de renunciar a mis ideas y principios políticos, los cuales sigo sosteniendo y lucho por ellos con total denuedo:
·         Ese partido político ha perdido el rumbo filosófico y de principios en los cuales originariamente se fundó. Las bases doctrinarias de la U.C.R. yacen en el más profundo olvido de parte de sus dirigentes y por consiguiente son ignoradas por la masa de afiliados. Han desaparecido los principios tras los cuales el pueblo se movilizaba y justificaba su lucha por la “causa radical”.
·         El partido radical se ha constituido en un fin en sí mismo. Sólo sirve para la colecta de votos y para entronizar a ciertos “personajes” en el poder. Todo movimiento que origina y/o conduce solo se encuentra destinado a “proteger” o “mantener” a determinado dirigente o sus amigos. ¿Quién recuerda que “nuestra causa es la causa del pueblo, la causa de los desposeídos”?
·         Desde el partido no se promueve la participación, no se establecen consultas populares, no se procura el bien común y el pueblo dejó de ser el destinatario de las actividades partidarias, para convertirse en un simple “convidado de piedra”.
·         Sólo existen ambigüedades. No surgen posturas claras y contundentes ante cada problemática socio-económica o política que se presenta y por supuesto priman las posturas personales de los dirigentes, las que obedecen a sus conveniencias y particulares circunstancias. Vale el ejemplo de la Carta Orgánica Municipal, cuestión ésta en la que la U.C.R. nunca fijó una posición objetiva e indubitable respecto a su importancia como eje organizador de la vida ciudadana. Ni que decir con relación a los vaivenes psicológicos del Intendente, quien nunca se sabe hacia donde se dirige y lo único que se visualiza es el descontento popular ante tantos compromisos sin cumplir.
·         Internamente se manipulan voluntades para conseguir los fines que se propone tal o cual dirigente. No se escatiman medios para lograr imponer a algún “iluminado” de turno. Las listas de candidatos se designan “a dedo” y se las pinta de “actos democráticos”  que llevan implícito el objetivo de imponer los “mejores hombres del partido”. El resultado surge a claras vistas: Intendentes totalmente discutidos, Concejales y funcionarios altamente incompetentes, propuestas y programas partidarios que nunca se cumplen. En definitiva, el pueblo nuevamente se “siente engañado y traicionado”.
·         Los afiliados radicales se mueven tan sólo por los“cantos de sirena” de los dirigentes de turno, quienes prometen lo que no están dispuestos a cumplir. El estado de necesidad de esas personas permite que las mentiras suenen como promesas y que las promesas aparezcan como esperanza; luego surge el desengaño y la frustración.
·         La subversión en el orden de los valores morales, permite que  “puedan más” los agiotistas y los políticos sin escrúpulos (que desconocen de honradez intelectual), antes que la justicia de los reclamos de quienes luchan día a día por el bien común.
·         “Que se rompa pero no se doble”, reza nuestra canción partidaria. Lamentablemente hoy este partido se encuentra “doblado” por ímprobos dirigentes y sus inescrupulosos amigos. Considero necesario que se “rompa”, pero nunca tiene que doblegarse ante tan espurios intereses individuales o sectoriales.
Estos y otros hechos son los que motivaron mi decisión de abandonar las filas partidarias, entendiendo que ese partido ha perdido su rumbo y ha traicionado los ideales por los que siempre luché y seguiré luchando. Soy radical por convicción y además por mi sangre corre sangre radical que heredé de mis padres y abuelos. Por lo tanto, hoy no dejo ese ideario radical que abracé desde las épocas en que se producía la asonada del “cordobazo”.
Provengo de una familia que contribuyó al desarrollo y crecimiento de esta Villa Serrana.  Tanto mis abuelos como mis padres tuvieron siempre un fuerte compromiso social y ello los llevó a ser “referentes”  de sus vecinos y conciudadanos. Siempre fueron movidos por sus ideales y actuaron en forma consecuente con sus principios y valores. Ser rectos, honestos y veraces no eran meros objetivos, sino que fueron las obligaciones que trasladaron de generación en generación. De estos vínculos nadie puede escapar y por lo tanto esos valores se constituyen en deberes morales que he tenido que observar y prestigiar.
El ser referente social de alguna manera lo he heredado, pero no es una cualidad que se obtenga graciosamente. He podido disponer de esta calidad de referente, actuando en forma consecuente con mis antecesores, bajo similares principios y valores. Es probable que mi condición de docente haya colaborado en algo con esta cualidad ya que, por lo general, nos convertimos en referentes de nuestros alumnos;  aunque considero que esta situación se presenta cuando se actúa correctamente, con objetividad, con honestidad, con seriedad.
Este hecho ha sido apreciado por muchos de mis convecinos, por instituciones del medio, por medios de prensa o por mis alumnos. Curiosamente mis correligionarios no percibieron que “en algo podría serles útil y que alguna ayuda podría brindarles”. Nunca se recurrió a mí por otra cosa que no fuere el voto que podría poner a su disposición. Si no soy referente para mis copartidarios, ¿de qué me sirve seguir en esa fuerza política si nadie me escucha o consulta, si nadie nada precisa de mí o no les resulto de utilidad, si desconocen mis cualidades y capacidades? ¿O resulta que mis principios y valores, mi persistencia y testarudez, mi carácter frontal y directo, son cuestiones que no condicen con la forma de actuar y conducir que tienen algunos dirigentes partidarios? Alguno de ellos supo decirme, que yo era una persona que suscitaba problemas e irritaba y por lo tanto era resistido por los afiliados. Esto sólo puede ser sostenido por quienes tienen miedo de perder privilegios y prerrogativas; aquellos que no toleran formas distintas de pensar o actuar; aquellos que no avalan el libre juego de las ideas. Son aquellos que sostienen la validez del pensamiento único y lo que está por fuera tiene que anularse, eliminarse, destruirse o contrarrestarse. De eso ya hemos tenido bastante los argentinos y es intolerable permitir que subsista con las prácticas democráticas.
Muchos dirán que no puedo dejar las filas partidarias, ya que el cambio pasa por la lucha y participación que se debe encarar desde dentro del radicalismo. En parte puede que tengan razón; pero, a esta altura de mi vida, lo que menos me interesa es pretender cambiar un partido político, luchando contra la mediocridad e inescrupulosidad de los dirigentes de turno, cuando lo que verdaderamente está en juego es el bien común. He construido socialmente mucho más desde los claustros docentes que participando de “inútiles discusiones comiteriles”.  No me queda tiempo para desgastarme en luchas estériles. Bienvenidos los jóvenes que acepten esta lucha porque a ellos dejo mi sitial, pero no permitan que la rama no les deje ver el bosque”.
Todo lo que aquí expreso lo hago desde lo más profundo de mi ser y es producto de una sana reflexión, aunque no exenta del apasionamiento que resulta de mis ideales y mis más íntimas convicciones. Seguramente estos fundamentos provoquen las más agudas críticas de todos los sectores en los que esta renuncia sea considerada, pero a ello no responderé ya que mi intención no es generar o alimentar polémica alguna. Simplemente doy cuenta de una determinación personal, cuya relevancia es de índole público porque hace a mi compromiso y desempeño como ciudadano y ser social.
Sin otro particular, saludo a ustedes atentamente.


                                                                            José Luis Rigazio


   

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