miércoles, 2 de marzo de 2011

AUTOCRACIA MUNICIPAL

…“La democracia constituye una forma de organización y de gobierno que no concibe el ejercicio del poder de forma autocrática. La concepción del poder es antiética con el monopolio del mismo por unos pocos o por un solo individuo.”… (“Arte y parte…” – Miguel A. Santos Guerra - 2003).
Cuando recientemente se dio a conocer el fallo del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia, negándole a Carlos Felpeto la posibilidad de intentar competir por un nuevo período al frente del Departamento Ejecutivo Municipal, la gran mayoría de la población exhaló un gran suspiro tranquilizador.
Particularmente, expresé en distintos ámbitos: “Cae Felpeto, cae la autocracia, cae la máquina de impedir democracia…”, dicho esto último en clara alusión al estribillo utilizado por este Intendente cuando alguien osaba contradecirlo.
A partir de esta “vulgaridad”, expuse de alguna manera (y con cierto apasionamiento) el sentir de muchos vecinos, quienes mostraron profunda preocupación al tomar conocimiento de los nuevos intentos del Intendente para perpetuarse en el poder.
Utilicé el concepto de autocracia para referirme al estilo de gobierno que caracterizó a la “administración Felpeto”. Si partimos de este concepto político, que se emplea para designar a aquellos gobiernos en los que el poder se concentra en una sola persona y no se permite la participación de otros individuos o grupos sociales, estamos definiendo el gobierno municipal que tuvimos que enfrentar en estos últimos tiempos.
Los vecinos de Villa Carlos Paz, comprometidos con esta ciudad y sus procesos sociales, políticos y económicos, hemos vivido lamentables decisiones de gobierno que favorecían el interés particular por sobre el interés general. Valgan ejemplos como Le Quartier de la Montagne, el acueducto a Tierra Alta, Puerto San Roque, las máquinas Slots o tragamonedas, la negación a la figura del Defensor del Pueblo, las construcciones de edificios mediando medidas de excepción (“Melos”, etc.), las exigencias absurdas para la habilitación de locales y muchas otras decisiones marcadas por fuertes sospechas de irregularidades administrativas.
Ante cada demanda generada por centros vecinales, vecinos autoconvocados, instituciones intermedias y todo otro componente del entramado social (jóvenes, instituciones escolares, religiosas, etc.), se contraponían todo tipo de actos y diatribas oficiales en las que prevalecían peligrosos análisis simplificadores de la realidad, caprichosas explicaciones, valoraciones interesadas y todo otro tipo de expresiones tendientes a confundir a los vecinos y minimizar sus quejas. Todos los esfuerzos del Estado Municipal estaban dirigidos a desacreditar al pueblo que reclamaba o al sector que protestaba por medidas arbitrarias, tomadas “entre gallos y medianoche”. No olvidemos la “pueblada” del 2007-2008, donde el pueblo reunido frente al Palacio Municipal, sufrió todo tipo de ataques; desde apagones, persecuciones administrativas, veladas amenazas a quien contradijera al poder municipal, etc.
Al finalizar el año, publiqué en mi blog de internet (participacionvcarlospaz.blogspot.com), una nota en la que expresaba mi preocupación por todos estos dolorosos procesos e indicaba la existencia de “responsabilidades recurrentes”, ya que convergían dos realidades: “la de quien ejecuta ciertos actos y la de quienes permitimos su ejecución”. En esa oportunidad afirmé: “Consolidar una estructura social desde una perspectiva participativa y democrática, presenta serios inconvenientes que tienen que ver con erróneas conductas incorporadas por nuestra sociedad.”
Si deseamos vivir en democracia, tenemos que conquistarla y defenderla. No podemos enfrentar las actitudes totalitarias y anti-democráticas desde posiciones pasivas y poco comprometidas; de esa forma permitimos que prevalezcan los intereses personales de quienes gobiernan, por encima de nuestros propios intereses generales; “…la voluntad particular tiende, por su naturaleza, al privilegio y la voluntad general a la igualdad.”… (El contrato social – Jean Jacques Rousseau).
José Luis Rigazio.
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